Este tiempo difícil en el que las noticias nos golpean, es donde más tenemos que “activar” la FE y la confianza en Dios. Estos momentos así, son oportunidades muy importantes en nuestra vida que nos ayudan a eso. Creo que cuando salgamos de todo esto, todos estaremos más fortalecidos en nuestros músculos espirituales; nos favorecerá en todas las áreas de nuestra vida.
Recuerdo que en los momentos de dificultad he tenido que andar con suma confianza y soltarme completamente en las Manos del Señor; si no, es como que mientras tenemos las riendas, queremos tener el control de todo y hacer las cosas a nuestro modo. Entonces, en los momentos de dificultad en los que las cosas se nos escapan, las ponemos en las Manos de Dios y salimos fortalecidos con más envión como de un trampolín. Por eso es fundamental ver cómo pasamos este tiempo, debemos atender a qué cosas estamos prestando nuestra mente, qué pensamientos estamos dejando entrar en nuestro interior…
Testimonio: Hace unos días, compartía con una chica que estaba muy nerviosa-eso me decía ella- y muy asustada por toda esta situación de la Pandemia; y todo el tiempo que hablamos me contaba de las noticias y de las más horribles que había escuchado. Ahí pensé “esto hay que frenarlo, no me hace bien a mí y no le hace bien a ella”. No podemos prestar nuestra mente a esas noticias, ya que el punto que sigue a dejarnos invadir por ello es el “pánico”, el miedo. No sé si les ha pasado que a una misma situación dos personas la cuentan de diferente manera: una la cuenta como muy drástica y la otra como algo que es llevadero viéndole lo positivo. Es importante que cuidemos nuestro pensamiento de lo que vemos y de lo que escuchamos. He contado muchas veces mi testimonio pero siempre puede haber alguien que esté leyendo estos mensajes por primera vez: Yo padecí de fobia y de crisis de pánico, estuve medicada con muchas pastillas tranquilizantes por día, y en este tiempo pensaba que en aquel momento estaba aterrada y no había nada que lo fundamentara a simple vista-aparentemente toda mi vida estaba bien, estaba estudiando a punto de recibirme en la facultad, tenía lo que todos a esa edad pudiésemos necesitar- sin embargo yo estaba angustiada y con pánico. No quiero ni pensar qué sería de mí en estos tiempos si no estuviera Dios conmigo y si no tuviera las herramientas que quiero hoy transmitirte para que puedas salir de lo que te esté pasando-miedos, angustia, preocupación-.
El miedo es una emoción que responde siempre a un pensamiento de peligro, de algo malo o terrible que va a suceder. Esa emoción de miedo desencadena una cantidad de síntomas que nos hacen mal, apareciendo por ejemplo, el temor a enfermarse, y otras tantas cosas que cada vez nos paralizan más. Nosotros debemos dar freno a eso.
En Nehemías 4,8 dice: “Acuérdense del Señor, Grande y Formidable…”, porque el pueblo tenía miedo ya que estaban siendo atacados por los enemigos. En otra traducción dice “Pongan el pensamiento en el Señor que es Grande y Terrible”. ¿Qué sería esto de “poner el pensamiento en el Señor”? Es estar atento acordándonos de Dios, cerrando a su vez todas esas vías de noticias que nos invaden y nos hacen mal. Yo tomé la decisión en este último mes de dejar de mirar noticias, incluso desde el celular; porque me di cuenta de que, un día o dos no hacen nada, pero esas imágenes quedaban en mi interior y llegué a sentirme angustiada. Detecté entonces que estaba dejando entrar ese pensamiento de temor; porque el miedo es producido por un pensamiento de peligro que puede venir en forma de un concepto-por lo que te cuentan, una idea, una información,…- o en forma de una imagen. Decidí dejar de ver todo eso. Dios ya me había enseñado lo que debo hacer cuando me liberó de los miedos y de las fobias, incluso es lo que hemos transmitido todos estos años en los Talleres de Liberación de Miedo; yo lo sabía, pero a la vez vino esto nuevo que nadie conocía… Ya llega un punto en que esa información nos afecta negativamente y tenemos que detectar qué es lo que estamos haciendo. No sé si la expresión correcta sería “estar desinformados”, pero hay momentos en los que yo prefiero estar desinformada si la consecuencia de estar informada va a ser entrar en miedo.
Como necesito estar fortalecida, tomé la decisión de dejar de escuchar todas esas noticias y de accionar aquello que yo sé que me va a sacar adelante: empezar a leer la Palabra de Dios, a orar por la situación que estamos viviendo, porque ¿qué solucionamos nosotros preocupando y angustiándonos? Debemos orar y confiar, teniendo nuestra mente puesta en el Señor, estar atentos a Sus Promesas: Él dice que nos dará “felicidad y no desgracia” (Jeremías 29,11), Él nos cuida (Salmo 121). Esto es lo que tenemos que decidir: cerrarle la puerta a todo lo que nos invade con temor, con preocupación y con miedo, y empezar a abrir la puerta a lo que realmente nos liberará y nos empoderará, a lo que realmente nos marcará qué debemos hacer y dónde debemos estar. Cuando uno sabe lo que concretamente el Espíritu Santo le está pidiendo, en tiempo de dificultad uno se anima a hacer las mayores cosas que nunca hubiera imaginado hacer, porque el Señor lo está guiando y lo está fortaleciendo, y porque Él le dice que lo está acompañando. Entonces el miedo desaparece y no tiene más lugar.
En Proverbios 23,7 dice: “Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”, o sea, nos vamos dirigiendo de acuerdo a como vamos pensando: donde la mente nos dirige vamos, si pienso que saliendo a la calle me va a pasar algo, la actitud que voy a tener es de quedarme adentro y no querer salir para estar protegida. Entonces, necesitamos trabajar la raíz de eso que nos está ocasionando temor, es la batalla que tengo que librar de manera constante en mi mente en el “diario vivir”, cuando estás lavando los platos, cuando estás cocinando,… que nuestra mente esté en el Señor, en alabanza y llenos de lo que Él nos dice.
En Mateo 14, 22-23 se relata la parte en que Jesús, después de haber multiplicado los panes, despide a la gente y se va a orar por mucho tiempo. Y esto también es importante porque nos fortalece muchísimo; ahora no podemos tener retiros como hacíamos antes, pero busquemos esos momentos intensos y largos de oración en los que saldremos empoderados. Pero me quiero detener en esto: cuando Jesús se va acercando a los discípulos durante la tormenta-con viento fuerte-, lo hace caminando sobre las aguas. Luego de haber estado largo tiempo en oración, Jesús desafía a las leyes naturales, haciendo algo que en lo humano no se puede hacer; es el estar “conectado con Dios” lo que nos da lo que no podemos ver y lograr cuando no nos empapamos de su Presencia.
Cuando los apóstoles lo vieron se asustaron y Jesús les dijo: “¡ÁNIMO! SOY YO, NO TEMAN”: cuando podemos reconocer que es el Señor se nos va el miedo. Cuando Pedro lo vio dijo: “Señor, si eres Tú, manda que yo vaya a Ti caminando sobre el agua” y “Jesús le dijo: <Ven>. Pedro bajó de la barca y empezó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús, pero el viento seguía muy fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse” (Mateo 14,25-30). Acá nos habla claramente y podríamos detectar en qué cosas estaba pensando Pedro: pienso que si él hubiera permanecido en la Palabra de Dios hubiese llegado hasta el Señor, declarando “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, “el Señor me está protegiendo”, “puedo caminar de Su Mano, Él me está sosteniendo”, “Nada malo me va a pasar, no temo”, y hubiera seguido… porque a la Palabra de Dios la tenemos que incorporar, para que en esos momentos en los que tenemos que “caminar en alguna situación difícil”, podamos tener ese pensamiento; porque la FE es justamente lo contrario al miedo. El miedo es creer que todo lo malo, lo horrible y lo peligroso que aún no sucedió, va a suceder. La FE es todo lo contario: es creer que a todas las Promesas hermosas y maravillosas que Dios nos dio, las vamos a tener aunque no las estemos viviendo todavía; “es la certeza de lo que no se ve, la convicción de lo que se espera” (Hebreos 11,1), tengo lo que aún no veo con mis ojos pero por FE lo direcciono y lo atraigo hacia mí.
Lo que relata la Palabra es que Pedro dudó: me imagino que habrá empezado a decir “¡pero no! ¡¿Cómo?! ¡¿Qué está pasando?! ¡Estoy caminando sobre las aguas! ¡Esto es algo que no se puede! ¡Me voy a ahogar, me voy a morir!,…” y ahí se hundió. Entonces, ahí le grita a Jesús: “¡Señor, sálvame!”, “¡Señor, ayúdame!”, “Y al instante, Jesús le extendió la mano y lo tomó” Y lo cuestiona: le dice que “por qué ha vacilado” (vers.30y31). Pero quiero detenerme con esto: que Jesús extendió la mano y lo tomó. Es decir, que en los momentos en los que podamos entrar en miedo cuando las noticias nos golpeen; o aún, si estás pasando por alguna dificultad y sentís que te hundiste, que tu mente está bombardeada de pensamientos de miedo,… igualmente el Señor está ahí para extenderte la Mano, Él nunca nos deja, nunca nos abandona (tenemos que centrarnos en lo que Dios nos promete, Él nos promete felicidad, nos dice que nos va a cuidar,…). Y esta oración “¡Sálvame, Señor!”, “¡Ayúdame, Señor!”, nunca Jesús dejará de oírla, aún en los momentos de mayor dificultad.
En Juan 10,27-28 dice: “Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida Eterna, nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de mi mano”. Nuevamente el Señor nos dice que Él no nos va a dejar hundidos, no nos va dejar perecer; y otra vez esta imagen hermosa de “Su Mano”. Te invito a que vos, en oración, ahí en intimidad con el Señor, extiendas tu mano y sientas en esa dificultad que estás teniendo, que Él te toma de Su Mano. Eso nos ayuda a sentirnos confiados y tranquilos, y saber que nuestra vida está protegida por Él y que será una vida de bendición en todas las áreas, aún en el momento de mayor dificultad. Te puedo asegurar de que Jesús nunca deja de escuchar tu oración. Grabémonos esta Palabra: “Nunca perecerá, y nadie… (“nadie” es “nadie” y “nunca” es “nunca”, no va a pasar; no hay situación por más difícil que parezca que haga que seamos arrebatados de la ayuda, de la protección y del Amor de Nuestro Señor Jesús, que nos ama, nos cuida, y nos guía en todos nuestros caminos). En Él encontramos la paz, el refugio y el gozo, aún en este tiempo de dificultad; porque cuando creemos esto, podemos descansar tranquilos, seguros, y nuestra vida puede estar llena de esa alegría que sólo Él nos puede dar.
Extiende tus manos e imagínate a Jesús delante de ti que te dice “Aquí estoy, no temas. Cuida tu corazón, cuida tus pensamientos, cree en mis palabras, tengo planes hermosos para vos. Nada malo va a pasar si confías en Mí; Yo estoy contigo y te cuido, te tomo de mi mano y te ayudo”. Gracias Señor, te alabamos y te bendecimos porque eres un Dios Poderoso.