Día 27

Escrito el 15/03/2021
Al Tercer Día

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 43-54

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:

«Un profeta no es estimado en su propia patria».

Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.

Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.

Jesús le dijo:

«Si no veis signos y prodigios, no creéis».

El funcionario insiste:

«Señor, baja antes de que se muera mi niño».

Jesús le contesta:

«Anda, tu hijo vive».

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:

«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».

El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Reflexión:

  El dolor de un ser querido nos moviliza completamente, y más aún, un hijo, como es el caso de este funcionario del Rey. Somos capaces de gastar todo el dinero y el capital que tengamos moviéndonos de médico en médico buscando la salida para la enfermedad. El dolor y la angustia nos hacen buscar en Dios, aun considerándonos no practicantes de la fe. Es el momento en que dejamos de lado todos los argumentos que podríamos tener sobre la no existencia de Dios para postrarnos y rogar a Dios que nos creó, que nos saque de esta situación. Conocemos muchos padres que pasaron por este dolor y tuvieron un profundo encuentro con Jesús. En vez de enojarse culpando a Dios, muchos salen de esta situación llenos de fe buscando ardientemente al Señor. Ésta fue la experiencia de este funcionario, se movió en busca de Jesús. La Palabra dice “oyendo Jesús …", siempre tenemos un anunciador; como siempre, Dios envía a alguien para avisarnos que Él vive y es Dios Eterno; muchos no quieren oír. Pero este hombre de fe fue en busca de Jesús, y al estar frente al Salvador, le pidió que bajara a curar a su hijo. El funcionario no necesita de signos y prodigios, él creyó desde el mismo momento en que se acercó al Señor. Jesús, da la Palabra de sanidad “anda, tu hijo vive” y él creyó. Este oficial era pagano, pero tenía una fe viva, no cansada, no ritualista, no legalista. Este hombre creyó sin ver, creyó en la Palabra de Jesús. Es bueno que nos cuestionemos hoy si soy transformado y sanado por la Palabra como el hijo de este funcionario.