Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan 3,14-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»
Palabra del Señor
Reflexión:
Nicodemo, un rico fariseo, maestro en Israel y miembro del Sanedrín, es protagonista de un profundo diálogo con Jesús. En esta charla tan rica en contenido, Jesús primeramente le habla de nacer de nuevo-versículos más arriba (Juan 3, 3)-. Entender esta nueva vida de regalo que nos da el Señor, me hace recordar a la adopción de un niño. En nuestra Comunidad hay dos hermosos testimonios de familias que han adoptado niños que estaban abandonados por sus padres biológicos y en otros casos sin el abandono de hecho, pero sí con abandono de sus responsabilidades como padres. Estos niños pasaron a familias de nuestra Comunidad que los acogieron, los alimentaron, les dieron la educación que necesitaban; amando inmensamente a estos niños, ellos volvieron a nacer de alguna forma, y ahora tienen una nueva vida. Sus nuevos padres adoptivos los colmaron de toda clase de bienes afectivos, espirituales y materiales, ellos tienen ahora acceso a todo lo que es de la nueva familia en que están. Por supuesto estos niños no hubieran podido hacer nada para merecer esta nueva vida, no dicen “¡no me den tanto, no merezco nada!” ¡Claro que no! Ellos actúan como de la familia, el hijo adoptado goza de los mismos derechos que un hijo que lleva la misma sangre de sus padres biológicos.
A esto se refiere Jesús con “la Gracia”, una nueva relación de favor, una nueva familia, un nuevo poder, un nuevo amor; en vez de preocuparnos y luchar por las necesidades de la vida podamos acercarnos confiadamente al Trono de la Gracia de nuestro Padre Celestial y recibir ayuda para todas nuestras necesidades. Es importante que tengamos muy presente que todas las bendiciones que anhelamos y necesitamos están contenidas en Cristo.
“Dios amó tanto al mundo que entregó a su único Hijo”, realmente hay un dicho popular que dice que si todas las Escrituras se perdieran menos esta frase, tendríamos lo suficiente para darnos esperanza. “Señor, te damos gracias por esta demostración tan inmensa de tu amor por cada uno de nosotros”.