Semana 2
Acercar la presencia de Dios a nuestros seres queridos, perdonar, pedir perdón,
hacer de nuestro cuerpo y nuestra mente un templo para que Dios habite.
Día 12 / 14 de diciembre:
Realizamos la oración diaria.
Recuerdo los motivos por los que estoy ayunando.
Palabra de Dios:
Mateo 15:10-20
Luego Jesús mandó acercarse a la gente y les dijo: “Escuchen y entiendan: Lo que entra por la boca no hace impura a la persona, pero sí mancha a la persona lo que sale de su boca.” Poco después los discípulos se acercaron y le dijeron: “¿Sabes que los fariseos se han escandalizado de tu declaración?” Jesús respondió: “Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz. ¡No les hagan caso! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.” Entonces Pedro le pidió: “Explícanos esta sentencia.” Jesús le respondió: “¿También ustedes están todavía cerrados? ¿No comprenden que todo lo que entra por la boca va al estómago y después termina en el basural? En cambio, lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impura a la persona. Del corazón proceden los malos deseos, asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, robos, mentiras, chismes. Estas son las cosas que hacen impuro al hombre; pero el comer sin lavarse las manos no hace impuro al hombre.”
Reflexión:
Llega la navidad y limpiamos nuestro hogar, arreglamos la mesa, preparamos el pesebre, el arbolito, muchos pintamos nuestras casas, preparamos manjares, compramos adornos, pero nos da miedo de limpiar todo eso que brota de nuestro corazón, de callar esos pensamientos que nos contaminan, no nos animamos a dar ese primer paso de amor que purifica y adorna nuestra vida, ese llamado que hoy espera, ayudar a ese necesitado que podemos, porque aunque no tengamos nada, un abrazo tenemos para regalar, unos ojos para mirar, un “te quiero” que decir, “una hora” para escuchar.
Ayunamos para acercarnos a Dios, y eso nos obliga a construir puentes en nuestra familia, a cerrar grietas, acercarnos a nuestros vecinos, a bendecir a nuestros compañeros, de trabajo, de deporte, de escuela, a los que nos rodean.
Abrir los ojos para dejar de ser ciegos en las necesidades de los que amamos. Dejemos de lado el querer ganar, el querer ser el primero, el querer que me feliciten, que me reconozcan. Jesús nos amó hasta dar la vida, para que nuestra vida sea en abundancia, pero si damos gratuitamente eso que recibimos gratuitamente, no lo perdemos, lo multiplicamos, pongamos a prueba a Dios, haciendo todo lo que él quiere, y vamos a ver como nos abre las puertas del cielo.