Salmos 115:3-4
Nuestro Dios está en los cielos, él realiza todo lo que quiere. Sus ídolos no son más que oro y plata, una obra de la mano del hombre.
Apocalipsis 3:7-8
Escribe al ángel de la Iglesia de Filadelfia: Así habla el Santo, el Verdadero, el que guarda la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar, y si cierra, nadie puede abrir. Sé lo que vales; he abierto ante ti una puerta que nadie podrá cerrar, pues, por pocas que sean tus fuerzas, has guardado mi palabra y no has renegado de mí.
Proverbios 19:20-23
Atiende a los consejos, acepta la enseñanza, al final serás un sabio. El hombre forja muchos proyectos, pero se realizará lo que Yahvé decidió. El hombre atrae por su bondad, se prefiere un pobre a un arrogante. El temor de Yahvé te dará vida: dormirás tranquilo, inmune a la desgracia.
303. El testimonio de la Escritura es unánime: la solicitud de la divina providencia es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Las sagradas Escrituras afirman con fuerza la soberanía absoluta de Dios en el curso de los acontecimientos: "Nuestro Dios en los cielos y en la tierra, todo cuanto le place lo realiza"; y de Cristo se dice: "Si Él abre, nadie puede cerrar; si Él cierra, nadie puede abrir"; "hay muchos proyectos en el corazón del hombre, pero sólo el plan de Dios se realiza".
Twitter del Papa Francisco @Pontifex_es (14 feb. 2016)
Jesús nos ayuda siempre a superar las tentaciones de la riqueza, la vanidad y el orgullo que intentan arruinar la verdad.
REFLEXIÓN:
¿Cuál es el propósito de Dios al hacer prosperar a su pueblo? ¿Será para que tengamos riquezas para nosotros egoístamente? ¡Claro que no!
La prosperidad que viene de Dios-dice el libro de los Proverbios-no añade tristeza, y esto es porque no la usamos egoístamente. Jesús no fundó ningún imperio económico para sí, pero eso no significa que Él estaba en la miseria, sino que fue la persona que más ha dado en toda la historia de todos los tiempos. Cuando comenzamos a dar tenemos mayores probabilidades de atraer a las personas al Reino de Dios y los Cielos están abiertos sobre nosotros.
Jesús tiene cuidado de todo, Él no pondrá las riquezas en nuestras manos hasta tanto no estemos maduros para administrar esas riquezas sin que caigamos en el egoísmo, y que esas riquezas nos terminen hundiendo. Dios no tiene problema en que seamos muy prósperos, pero cuando estamos en su camino buscándolo de corazón, Él cuida de que esas riquezas no ahoguen lo más importante que es nuestro caminar con Él, y por ende nuestra nobleza. El Papa Francisco nos dice: “las cosas tienen un precio y pueden estar a la venta, pero la gente tiene dignidad, lo cual es invaluable”.
En 1 Tim 6; 17 se le habla a los ricos de este mundo, que no sean altivos ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas; sino que nos enseña a poner toda nuestra confianza en el Dios Vivo que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. ¡Cuántos de nosotros conocemos personas con muchas riquezas económicas que viven una vida de esclavos!, porque esas mismas riquezas los terminan aislando de su familia, de sus amigos, de sus empleados, terminan solitarios y cuidando tanto de esas riquezas, que por supuesto, son ellas su mismo tirano y opresor; o en definitiva, son ellos mismos los que le han dado autoridad al dinero para que los dominen. Pensemos en el hombre rico que decidió no seguir a Jesús porque no podía priorizar al Señor.
Leíamos hace unos días, que en Japón, uno de los países con más desarrollo industrial y económico, el número mensual de suicidios es más alto en octubre de 2020 que los fallecidos a causa del COVID, realmente esto nos marca que hay un virus letal que nos afecta más que cualquier otra cosa y es no poner nuestra confianza en Dios.
Jesús quiere estar involucrado en nuestra vida financiera con la misma intensidad que quiere hacerlo en nuestra vida espiritual. Aprendamos a dejar que las Escrituras sean el punto de partida para descubrir el corazón de Dios. A medida que descubrimos el corazón de Dios y Su Amor por nosotros, queremos confiarle cada área de nuestra vida ¡incluyendo nuestra economía!
Si elegimos a Cristo como primera prioridad, Él nos dará el equilibrio que necesitamos.
Te sugerimos tener en cuenta esto:
- Caminar en La Verdad. O sea, caminar a la luz de las Escrituras, de su Sabiduría y de lo que Él ha dicho que es correcto.
- Ser fieles continuamente en meditar las Promesas de La Palabra, hasta que se hagan realidad en tu vida.
- Ser Obediente. La Biblia y el Catecismo nos dicen que debemos buscar con diligencia a Dios, escucharlo y obedecer Sus mandamientos. Deuteronomio 28,1-2 dice que cuando lo hacemos las bendiciones nos alcanzan, esto quiere decir que estaremos parados y las bendiciones correrán hacia nosotros, y el Libro de Proverbios en el capítulo 10 dice que las manos diligentes conducen a la riqueza.
- Ser diezmador. La Iglesia Católica no obliga a diezmar, y no se trata tampoco de sentirse obligado externamente. Les contamos nuestra experiencia: realmente nuestra economía se saneó desde que comenzamos a hacerlo, nosotros diezmamos porque interpretamos que Dios nos lo pide en su Palabra, y lo hacemos llenos de gozo; y hemos comprobado en lo personal los grandes beneficios de hacerlo; en obedecer Su Palabra que dice que el primer diez por ciento le pertenece a Dios y que de esa forma Él mismo protege el 90 por ciento restante. Hay muchas citas en la Biblia que nos hablan del diezmo, que, por supuesto, no la pondremos todas acá; citaremos sólo algunas: Deut 14.22, 2º Crón. 31,6 Malaq. 3,10. Jesús mismo habló de dar el diezmo, pero aclaró que se debía tener el corazón correcto también al darlo (Mateo 23,23). Dios nos ha bendecido sobrenaturalmente al hacerlo, y en nuestra Comunidad, sin exagerar, todos los hermanos que diezman han salido de deudas y han prosperado; ellos son fiel testimonio de esto. Dios nos ha dado tanto que no podríamos dejar de dar para que Su Reino se extienda.
Hoy voy a Pedir perdón por:
Hoy Voy a Dar Gracias Por:
En Oración voy a pedir: Confiar plenamente en Ti Señor y en Tu Palabra con respecto a lo que me dices para llevar en orden mi economía.