Día 40. DIOS EL LEÓN DE JUDÁ

Escrito el 10/01/2021
Al Tercer Día

Filipenses 2:6-11

El, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres.

Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz. Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre.

 

Colosenses 1:15-20

El es la imagen del Dios que no se puede ver, y para toda criatura es el Primogénito, porque en él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, el universo visible y el invisible, Tronos, Gobiernos, Autoridades, Poderes...

Todo fue hecho por medio de él y para él. El existía antes que todos, y todo se mantiene en él. Y él es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia, él que renació primero de entre los muertos,

para que estuviera en el primer lugar en todo. Así quiso Dios que "el todo" se encontrara en él" y gracias a él fuera reconciliado con Dios, porque la sangre de su cruz ha restablecido la paz tanto sobre la tierra como en el mundo de arriba.

 

Efesios 5:14

Por esta razón dice: Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo.

 

1 Timoteo 3:16

Sin lugar a duda, es grande el misterio de la Bondad:

El se ha manifestado en la carne; rehabilitado por el Espíritu, ha sido presentado a los ángeles.

Proclamado a todas las naciones y creído en el mundo, ya fue elevado y glorificado.

 

1 Timoteo 6:15-16

A su debido tiempo Dios lo manifestará, el Bienaventurado y único Soberano, Rey de reyes y Señor de señores. Al único inmortal, al que habita en la luz inaccesible a quien ningún hombre ha visto ni puede ver, a él honor y poder por siempre jamás. ¡Amén!

 

2 Timoteo 2:11-12

Una cosa es cierta: si hemos muerto con él, también viviremos con él. Si sufrimos pacientemente con él, también reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará.

 

Efesios 1:3-14

¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor, que nos ha bendecido en el cielo, en Cristo, ¡con toda clase de bendiciones espirituales! En Cristo Dios nos eligió antes de que creara el mundo, para estar en su presencia santos y sin mancha.

En su amor nos destinó de antemano para ser hijos suyos en Jesucristo y por medio de él.

Así lo quiso y le pareció bien sacar alabanzas de esta gracia tan grande que nos hacía en el Bien Amado. En él y por su sangre fuimos rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa - que se derramó sobre nosotros.

Ahora nos ha dado a conocer, mediante dones de sabiduría e inteligencia, este proyecto misterioso suyo, fruto de su absoluta complacencia en Cristo. Pues Dios quiso reunir en él, cuando llegara la plenitud de los tiempos, tanto a los seres celestiales como a los terrenales. En Cristo fuimos elegidos nosotros: Aquel que dispone de todas las cosas y las somete a su voluntad decidió que fuéramos pueblo suyo y lleváramos la espera del Mesías, con el fin de que sea alabada su Gloria. También ustedes, al escuchar la Palabra de la Verdad, el Evangelio que los salva, creyeron en él, quedando sellados con el Espíritu Santo prometido, que es el anticipo de nuestra herencia.

Por él va liberando al pueblo que hizo suyo, para que al fin sea alabada su Gloria.

 

Romanos 16:25-27

¡Gloria sea dada al que tiene poder para afirmarlos en el Evangelio que anuncio y en la proclamación de Cristo Jesús!

Pues se está descubriendo el plan misterioso mantenido oculto desde tantos siglos, y que acaba de ser llevado a la luz mediante los libros proféticos. Esta es decisión del Dios eterno, y todas las naciones tendrán que aceptar la fe. ¡A Dios, el único sabio, por medio de Cristo Jesús, a él sea la gloria por siempre! Amén.

 

Efesios 3:20-21

A Dios, cuya fuerza actúa en nosotros y que puede realizar mucho más de lo que pedimos o imaginamos, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén.

Judas 1:24-25

Al Dios único, que puede preservarlos de todo pecado y presentarlos alegres y sin mancha ante su propia Gloria;" al único que nos salva por medio de Cristo Jesús nuestro Señor, a él sea gloria, honor, fuerza y poder desde antes de todos los tiempos, ahora y por todos los siglos. Amén.

 

Catecismo

49. "Sin el Creador la criatura se [...] diluye". He aquí por qué los creyentes saben que son impulsados por el amor de Cristo a llevar la luz del Dios vivo a los que no le conocen o le rechazan.

 

264.9 La oración de alabanza, totalmente desinteresada, se dirige a Dios; canta para Él y le da gloria no sólo por lo que ha hecho sino porque ÉL ES.

 

 

Twitter del Papa Francisco @Pontifex_es (13 mar. 2014)

«Recen por mí»

 

REFLEXIÓN:

  “Sin el Creador la criatura se diluye”, dice el ítem 49 del Catecismo; y esto, nos hace reflexionar sobre nuestro cambio de identidad: cuando nosotros aceptamos a Jesús como el Señor de nuestra vida, nacemos de nuevo; nos deshacemos del hombre viejo y nos revestimos del hombre nuevo.

 Cuando recibimos a Jesucristo como Señor y Salvador, Él toma nuestro lugar de debilidad, de temor y de todo lo que heredamos de Adán; nos quita esos nombres que había puesto el pecado en nosotros y nos da a cambio un nombre nuevo. En el pecado, los nombres pueden ser: el adicto, el ladrón, el estafador, el miedoso, el fracasado, el depresivo, el deudor, el chismoso, el infiel, ...y podríamos seguir agregando y agregando nombres, que, al vivir de espaldas a los principios de Dios, nos van caracterizando para mal. Pero Cristo nos ha redimido en la Cruz del Calvario, y esto significa que ahora llevamos el Nombre de Jesús y su autoridad en nosotros. Tan sólo pensemos que nuestra identidad puede ser la de Jesús, y todos los atributos que tiene Jesús se nos han sido comisionados a nosotros, sólo tenemos que tomarlos por fe y vivir en sus principios.

  Dios Fuerte, Sabiduría, Libertador, Palabra de vida, Abogado, Proveedor, Consolador, Salvador, Príncipe de Paz, Admirable Consejero, Cordero de Dios, Yahvé de los ejércitos, Sanador, Hijo de Dios, Roca Firme, Luz del mundo, Fortaleza, Juez Justo, Sol de Justicia, Camino, Verdad, Vida, León de Judá.

 ¡Bendito sea el Señor! Todos los nombres que se les da a Jesús (que no están todos descritos aquí), abarcan y suplen todas las necesidades que podamos tener.

 El Poder de Dios se encuentra en el Nombre de Jesús , y pasa a ser una realidad en nuestras vidas (Hechos 3;16). Ya no podemos, llamarnos a nosotros mismos “desanimados”, “pobre hombre” o “pobre mujer”. Jesús nos ha despojado de esos viejos nombres.

 El nombre de Jesús es el Nombre que está sobre todo nombre y a nosotros se nos ha dado ese Nombre con todo el poder y la autoridad que Éste conlleva.

 El Señor está sobre todo problema. Cristo… el que venció sobre el pecado sobre la muerte y sobre toda situación que puedas imaginar… EL León de Judá.

 Eso es lo que es Jesús, el Rey sobre toda la creación.

¿Has pensado alguna vez lo que realmente significa “estar en Cristo”?

Si  tenemos la revelación de lo que esto significa, nuestra vida será revolucionada. En Jesús somos perdonados y levantados, estamos sentados en lugares celestiales para que Dios nos pueda mostrar las abundantes riquezas de su Gracia.

Busquemos en la Biblia las palabras “en ÉL, con ÉL, por Él y en Quién”. Meditemos en estos pasajes hasta que esta verdad se arraigue en nuestro espíritu, esto será una munición poderosa contra los ataques del enemigo.

Dios quiere tratar con nosotros en forma personal; debemos estar como María, a sus pies y en la oración, abandonarnos en sus Manos, que Él nos moldee como el barro en manos del alfarero, como dicen las Escrituras.

   Ahora estamos en Él, y Satanás no puede tocarnos cuando esto sucede. Preparémonos la próxima vez que Satanás venga con dudas, incredulidad y acusaciones para responderle, con los pasajes bíblicos acerca de quiénes somos en Cristo.

 Nuestra victoria estará garantizada una vez que vislumbremos que de verdad ¡estamos en Él!

 

 

 

Cierre Final:

 Queridos hermanos, en estos 40 días de oración nos hemos encontrado cada jornada a través de estas reflexiones; le pedimos intensamente al Espíritu Santo que durante cada reflexión, Él fuera el inspirador de lo que escribiéramos, que sólo nuestras manos fueran quienes tomaran su Divino Lápiz para escribir. Esperamos que así haya sido, ya que sabemos que Él tiene todo para darnos y además… ¡quiere dárnoslo!

El mayor don que Dios nos ha dado es ¡Él mismo! No permitamos que nuestra relación con Él se estanque, o que nuestro agradecimiento por su gran bondad nos sea indiferente. Retengamos ese fuego y avivemos más que nunca esa llama. Vivamos llenos de entusiasmo. Lo que sea que hagamos hagámoslo para Él con todo nuestro corazón . Dios no quiere que vivamos desanimados y deprimidos: sin importar lo que hayas experimentado, sin importar qué imposible parezca ser la situación que has enfrentado, la Buena Noticia es que Dios quiere tomar eso y restaurar todo lo que nos ha sido robado; Él quiere restaurar nuestras familias, nuestros trabajos,  esos sueños rotos, el gozo... y darnos una pasión y alegría que nunca antes hemos conocido. El deseo de Dios no es que nos sintamos un poquito mejor unos cuantos días o sólo  estos 40 días que hicimos  oración; ¡no!, el deseo de Dios es que nuestra restauración sea duradera y  que nuestra vida sea llena de gozo y alegría abundante. Su deseo no es que simplemente sobrevivamos en nuestra familia, sino cambiarla y restaurarla  para que tengamos una relación fuerte, sana y gratificante.

El deseo de Dios no es que nuestros negocios y trabajo apenas sobrevivan en un estado económico difícil,  sino que salgan bien y prosperen. Cuando Dios restaura algo, siempre lo hace mejor, lo aumenta y multiplica. Su visión para nosotros es una victoria completa para nuestras vidas.

Comencemos a esperar que las cosas cambien a nuestro favor y atrevámonos a declarar confiadamente que estamos resistiendo, firmemente, las fuerzas de la oscuridad.

No nos conformemos con una vida de mediocridad. Elevemos nuestro nivel de expectativa, porque nuestra fe es lo que activa el Poder de Dios.

 Dejemos de ponerle límites a Dios con nuestra manera apocada de pensar y comencemos a creer que Él nos dará algo mejor y mayor.

 Recordemos que si nosotros obedecemos a Dios y estamos dispuestos a confiar en Él tendremos lo mejor de la vida.

 Tomemos la decisión de que desde este día en adelante, tomaremos la vida que Dios tiene para nosotros.

Para ello...

  • Busquemos expandir nuestra perspectiva y visión pensando siempre en más.
  • Desarrollemos una imagen propia sana.
  • Dejemos atrás el pasado.
  • Estemos firmes contra la adversidad.
  • Vivamos para dar.
  • Decidamos ser felices.

 Entonces Dios nos llevará a lugares que jamás hubiéramos soñado y estaremos viviendo… ¡nuestra mejor vida desde hoy en adelante!

Abrazo enorme en Cristo Jesús para todos los que nos acompañaron durante estos 40 días, y rogamos a María y a San José que los guarden en el mismo amor que ellos le dieron a Jesús.

Y como dice nuestro querido Papa Francisco: “recen por nosotros”. ¡Dios los bendiga!

                                                                                                    

                                                                                                                          Renée y José Ferrúa

 

 P.D Agradecemos: a Martín Baricalla que diseñó la distribución de estos 40 días, compaginó y seleccionó las lecturas bíblicas y los ítems del Catecismo, lo editó y publicó.  Y a Adriana Picotti que nos ayudó en la corrección de estas reflexiones.